La nueva Ley de Educación
Antes de comenzar con una nueva entrada y con una nueva temática, voy a reservar un pequeño apartado para hablar sobre el blog que utilizábamos en mi etapa de Primaria.
Como conté en una entrada anterior, en mi cole usábamos un blog como recurso de aprendizaje. Como éramos pequeños, lo hacíamos con ayuda del profesor. En las asignaturas que él daba, nos preguntaba si queríamos subir algún juego o vídeo explicativo relacionado con lo que estábamos aprendiendo, es decir, debatíamos con el profesor lo que queríamos que estuviese en el blog.
También tenía una parte más personal: allí subíamos los vídeos que grabábamos, como los de la materia MUS-E y otros especiales que hacíamos en Navidad. Algunos eran villancicos, y también había uno tipo lip dub. Además, subíamos fotos de excursiones y celebraciones, también vídeos sobre educación emocional de los que hablaré más adelante.
Ahora sí, comienzo con una nueva temática: La LOMLOE.
La nueva Ley de Educación, la LOMLOE de 2024, ha establecido un modelo de enseñanza basado en competencias, lo que implica un gran cambio en las metodologías tradicionales. En este sentido, las metodologías activas se presentan como una herramienta fundamental para una educación competencial, una perspectiva en la que los alumnos construyen su propio aprendizaje de forma activa, es decir, ellos se involucran más que el profesor. Sin embargo, más allá de lo que dice la ley, me surge una pregunta importante: ¿están realmente las escuelas preparadas para poner en práctica estos cambios en la forma de enseñar? En esta entrada, analizaré las metodologías activas, centrándome en sus beneficios y cómo se pueden implementar. Además, hablaré sobre los posibles problemas que pueden surgir al intentar aplicar estas metodologías en las aulas.
Para empezar, se han desarrollado una serie de propuestas didácticas o metodologías activas, que dan respuesta a la necesidad de trabajar por competencias en el aula. Algunos de los ejemplos más conocidos son los siguientes: Flipped Learning (aula invertida), Aprendizaje Basado en Proyectos, Gamificación, Hackathon, Método de casos, Storytelling y Aprendizaje cooperativo.
Este tipo de enfoque me recuerda al aprendizaje por descubrimiento de Bruner (1961), que defendía que lo que realmente aprendemos y recordamos es aquello que descubrimos por nosotros mismos. Según él, cuando algo se presenta como un misterio, los alumnos sienten curiosidad y ganas de resolverlo, lo que les lleva a implicarse más en el aprendizaje.
El currículo basado en las 8 competencias que propone la LOMLOE busca desarrollar todas las dimensiones de la persona. Sin embargo, al leer sobre esta ley, pensé en algo que ya señaló Fullan (2002): no puede haber un cambio real si no se cuenta con los docentes. Si el profesorado no ha participado en la creación de la ley, difícilmente va a comprometerse con ella, sobre todo si se sabe que en 4 años volverá a cambiar.
Uno de los problemas principales que veo en este enfoque es la falta de formación específica para los docentes sobre cómo enseñar por competencias. Muchos profesores rechazan el cambio porque implica un mucho esfuerzo y una experiencia que no tienen. Si no se sienten acompañados ni motivados, es lógico que en algunos centros pueda ser aplicable y en otros no. Además, no se puede demostrar si una metodología es eficaz si no se mantiene a lo largo del tiempo. Si cada pocos años se cambia el modelo, nunca sabremos si realmente ha funcionado.
Aun así, esto es una opinión actual y no significa que no se pueda mejorar. De hecho, creo que el enfoque competencial es muy positivo y puede causar motivación y emoción en los estudiantes, que es algo esencial para que aprendan, como decía Francisco Mora en la siguiente entrevista sobre neurociencia Emoción en la enseñanza y el aprendizaje.
Esta metodología, además de alejarse de una enseñanza basada solo en la memoria (provocando fracaso escolar en muchos estudiantes), permite desarrollar muchas capacidades al mismo tiempo. Es una forma de aprender que implica relacionarse con los demás, resolver problemas y dar sentido a lo que se aprende. Por eso creo que, si se forma adecuadamente a los docentes y se apuesta de verdad por este modelo, podría funcionar.
La innovación sólo es posible con motivación, esfuerzo y tiempo. Y si no apostamos por ello ahora, no lograremos ningún cambio en el futuro. Sin embargo, yo considero que también las palabras son una herramienta fundamental para el aprendizaje. Transmitir palabras a los estudiantes debería ser una de las profesiones más bonitas, porque las palabras son lo que somos, lo que expresamos y lo que sentimos. En primaria, serán unas palabras concretas con las que nuestros alumnos crecerán, por eso es tan importante elegir bien lo que decimos.
Lo que las leyes educativas a menudo olvidan es que no estamos trabajando con robots, sino con personas. Las palabras en el aula no deben ser solo medios para enseñar conceptos o contenidos, sino herramientas que los estudiantes puedan usar en su futuro. Si los estudiantes sienten que lo que se les dice no tiene relevancia o utilidad, es probable que lo olviden rápidamente. Por lo tanto, la enseñanza tradicional no es sólo un problema de poca actividad, sino que, además de poca actividad, muchas veces se aborrece el tiempo del aula en decir muchas cosas que no siempre son significativas para los alumnos.
Somos seres emocionales (todo lo que hacemos en la vida está marcado por emociones) y las palabras también están cargadas de emoción, por lo que la educación debe conectar con nuestras emociones para tener un verdadero significado, sea una metodología más o menos activa.
Además, el hecho de que seamos seres emocionales refuerza aún más mi idea de que en las aulas no solo deberíamos centrarnos en los contenidos académicos, sino también en la formación personal de los alumnos.
Hay temas esenciales para la formación de los estudiantes que no están en los currículos ni son de interés en las innovaciones educativas.
Recuerdo mi propia etapa escolar. Había asignaturas como Valores Éticos que debían servir para hablar sobre las relaciones tanto interpersonales como intrapersonales. Sin embargo, al ser optativas y no evaluadas, las percibíamos como irrelevantes. Muchas veces, aprovechábamos ese tiempo para avanzar en otras materias, sin sentir que aportaran algo útil o aplicable a nuestra vida diaria.
No obstante, hubo una excepción en mi caso. Un profesor de apoyo en 4º de primaria, a quien recuerdo con especial cariño, marcó una diferencia en mi manera de entender el aprendizaje. Aunque no tenía sus propias clases, aprovechaba unos minutos en las clases habituales para compartir con nosotros lo que consideraba importante. A través de vídeos, debates y reflexiones sobre nosotros mismos, nos ayudaba a pensar más allá de lo académico. Uno de esos vídeos, que vi con apenas ocho o nueve años, sigue presente en mi memoria porque me sentí realmente parte de lo que estaba aprendiendo. Motivacion, salir zona de confort
Aquel profesor nos mostró que la escuela también es un espacio donde nos formamos como personas. Si los contenidos fueran más integrales, nos permitirían aprender no sólo conocimientos académicos, sino también cómo entender el mundo, cómo ser y cómo vivir. Quizás, si mi educación hubiese tenido más momentos como ese, habría visto la escuela de otra manera; con más ganas de aprender y mayor conexión con lo que estudiaba.
La educación no debe limitarse a transmitir conocimientos técnicos, sino que debe incluir herramientas para la reflexión, el crecimiento personal y el desarrollo como seres humanos.
López Rupérez, F. (2022). El enfoque del currículo por competencias. Revista Española de Pedagogía, 80(281), 161–174.
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