Repensando la Educación
La temática de mi blog está inspirada por una imagen de la película El libro de la vida de Jorge R. Gutiérrez (2015). He elegido precisamente la escena en la que los niños se sumergen en la historia que les cuenta la maestra, abriendo el famoso libro de la vida. Dado que este blog está destinado a reflexionar sobre temas conectados con la vida, es como si el libro que ellos abren representara mi blog y las experiencias que compartiré en él, las cuales, para mí, constituyen “mi libro de la vida”.
No sabía cómo empezar esta entrada en mi blog, así que decidí lanzarme a escribir y ver qué surge. Uno de los personajes que más me ha impactado es Iván Ilich. Aunque no comparto todas sus ideas, me impresiona la valentía con la que las expresó. Al igual que él lo hacía a través de la escritura, creo que hoy en día esa sigue siendo una de las pocas formas en las que podemos compartir nuestras ideas libremente. Siempre existirá la presión de fuerzas que intentan controlar lo que pensamos, ya que quienes están en el poder a menudo buscan invalidar nuestras opiniones. Sin embargo, si seguimos buscando maneras de mejorar, como él lo hacía, podemos cambiar algo fundamental: la forma en que nos formamos como seres humanos, tanto en lo académico como en lo personal.
El cambio es muy importante, sobre todo porque la educación es un tema que nos afecta directamente. La educación es la base sobre la que se construye el futuro de la sociedad, ya que es la herramienta que formará a los ciudadanos del mañana. No obstante, hoy en día la educación se percibe más como algo impuesto desde fuera, con reglas y estructuras que no siempre nos pertenecen. A pesar de las limitaciones externas, debemos luchar por una educación que sea realmente nuestra, que responda a nuestras necesidades y que nos ayude a crecer como individuos.
Por eso, aunque no comparta todas las ideas de Iván Ilich, admiro la honestidad con la que las expresó. Estoy segura de que aquellos que leyeron sus palabras se sintieron inspirados a repensar la educación desde una nueva perspectiva. Y eso es precisamente lo que necesitamos: nuevas perspectivas que amplíen nuestro conocimiento, como en el conectivismo. Cuando logramos conectar lo que aprendemos con nuestro entorno, podemos generar aprendizajes más significativos.
Según Ilich (2011), en su obra La sociedad desescolarizada, sostiene que la educación ha confundido el proceso con la sustancia, y estoy completamente de acuerdo con él. Aunque hoy en día, algunos cambios han permitido mayor autonomía a los maestros y han dado lugar a nuevas formas de enseñanza, creo que la visión de Ilich sobre lo que significa la escuela sigue siendo vigente en muchos contextos. Él proponía una idea de educación en una sociedad sin gobiernos ni jerarquías, basada en la cooperación y la autogestión. Para él, la libertad individual debía ser la guía en la educación, sin que un poder superior dictara qué o cómo se debe aprender. Según Ilich, la escuela limita el aprendizaje a lo que las clases altas consideran importante, favoreciendo a aquellos que pertenecen a esos círculos. Sin embargo, de forma irónica, también limita a estos estudiantes porque no fomenta su desarrollo integral, sino que reduce su potencial al centrarse solo en ciertos conocimientos o contenidos.
La educación impone una única forma de aprender, lo que genera una dependencia del sistema educativo y de los maestros, dejando atrás a muchos alumnos que no logran adaptarse a este modelo. Estoy de acuerdo en que la educación crea dependencia: de los maestros, del currículo y de las instituciones. Sin embargo, creo que la escuela es necesaria, pero el problema no está en la institución, sino en que la sociedad tiene ideas equivocadas sobre qué significa educar, y el gobierno no sabe cómo mejorar el sistema educativo. La institución educativa debería ser una comunidad de práctica, un espacio donde se fomente el sentido de pertenencia. Debería ser un lugar donde realmente se formen expertos y personas preparadas para la vida, no solo académicamente, porque los niños pasan gran parte de su infancia en la escuela y debería ser un espacio que fomente también, tanto su desarrollo personal como interpersonal.
Aunque la institución educativa debería ser el lugar principal para aprender, eso no significa que no se puedan aprovechar otros espacios. Los profesores pueden llevar a sus alumnos a actividades fuera de la escuela, pero lo más importante es que los estudiantes sepan que la escuela es su lugar seguro, y que, al realizar investigaciones o actividades fuera de ella, siempre regresen a la escuela como el lugar donde compartir esos aprendizajes. El objetivo es crear un verdadero sentido de pertenencia dentro de esa comunidad.
Creo que la escuela tiene muchos beneficios que se desaprovechan por la forma en que entendemos la educación: contenido, examen, contenido, examen. Siempre habrá excepciones, como algunos profesores que intentan enseñar de manera diferente, pero al final, el contenido y los exámenes siguen siendo los mismos. El principal objetivo de la escuela debería ser formar a los estudiantes, por lo que, si un alumno no cumple con los requisitos, no deberíamos limitar su formación, sino ayudarlo a alcanzarla. Esa es nuestra responsabilidad, no suya. Me preocupa que cuando un estudiante no cumple con los objetivos planteados, se le haga sentir que la culpa es suya, como si el problema fuera de él, y eso no es así. Él ha ingresado a una institución que debe formarlo, y ningún niño debería quedarse atrás ni sentirse inválido si no cumple con los objetivos esperados. Porque esos objetivos, muchas veces, son superficiales y no son ni los más importantes, ni muestran todo lo que un estudiante realmente puede llegar a lograr.
Por ejemplo, este corto (Solís García, 2013) muestra cómo un alumno con una discapacidad consigue aprender, no tanto por los contenidos, pero sí gracias a la institución, porque si no, nunca habría conocido a María. Para mí, el pequeño avance que este alumno logra es lo que realmente representa el aprendizaje, ya que eso era algo que no estaba a su alcance ni formaba parte de lo que podría aprender con los contenidos del currículo. Pero, considero que, esto es lo que realmente significa aprender en la escuela, porque la escuela somos todos y cada uno de los individuos que la componen, y cómo estos interactúan entre sí. Yo, sinceramente, creo que le debo mucho a la escuela, porque ahí me formé, mi manera de pensar y actuar se ha moldeado a partir de todo lo que me ha sucedido allí, a través de mis relaciones con compañeros, profesores, esfuerzo, aprobados, suspensos… tanto para bien como para mal, todo eso ha formado lo que soy ahora. Y aunque creo que en el ámbito curricular (exámenes, trabajos, asignaturas, contenidos...) hay muchas cosas que mejorar, considero que cambiar nuestra perspectiva sobre la escuela es el primer paso hacia ello. Cuando entendamos el impacto que todo lo que pasa dentro de ella tiene sobre nosotros, será cuando realmente nos esforcemos por buscar mejoras y poner el foco en aspectos que antes no habríamos considerado, como la importancia de lo que ocurre en los patios, que incluso puede ser más relevante que lo que aprendemos en el aula. "Cuerdas", Cortometraje completo
Con esto quiero decir que María va a destacar no por su competencia académica, sino por lo que hizo con este alumno. Lo que vivió con él marcó su vida de tal forma que la motivó a convertirse en profesora. Esto demuestra que lo que somos y lo que hacemos está influenciado por nuestras experiencias y por la interdependencia que tenemos con los demás, algo que estudiamos en sociología. Por eso, una propuesta sería fomentar más el aprendizaje cooperativo, ya que creo que tiene muchos beneficios, y puedo relacionarlo con mi propia experiencia. Pero eso lo dejo para la siguiente entrada, ya que tengo muchas cosas que contar sobre lo que viví en dos instituciones, que fueron el paso decisivo para convertirme en maestra.
Antes de terminar, quiero mencionar algo que vimos también en sociología y que explica perfectamente lo que pienso sobre cómo el éxito o el fracaso escolar depende de lo que la gente espera de nosotros. Es como si los estudiantes ya estuvieran destinados al fracaso o al éxito, dependiendo de lo que lleven dentro y sean capaces de mostrar. Sin embargo, como mencioné antes, es responsabilidad del profesor facilitar que ese niño pueda sacar todo su potencial, y a veces ese potencial no tiene por qué coincidir con lo que se espera o lo que está marcado en el currículo, pero puede ser incluso más valioso que cualquier otra cosa.
En el debate que nos planteó el profesor, Introducción: recapitulación de Bernstein y Labov, hay una parte de la opinión de Labov (1969) que dice lo siguiente: “De esta manera, Labov nos muestra que el éxito escolar es una etiqueta construida por la escuela donde juegan otros factores distintos a los propiamente cognitivos. El éxito escolar no es simplemente una traducción neutral de capacidades cognitivas previas. La etiqueta de buen o mal alumno se construye en prácticas interactivas donde el peso de los prejuicios hacia determinados grupos sociales es importante.” Este autor habla específicamente de las diferencias sociales entre los grupos de clase alta y clase baja, relacionadas con la competencia lingüística. Según él, el lenguaje que se espera que los alumnos utilicen en la escuela está lleno de adornos y expresiones que suenan cultas, lo que podría hacer que parezcan más inteligentes, aunque no necesariamente mejoren la comprensión del argumento, ya que podría haberse expresado de manera más sencilla. Sin embargo, los alumnos de clases bajas, que tienden a tener más riesgo de fracaso escolar, habrían dicho lo mismo sin ese enredo de palabras, pero muchas veces muestran una mayor comprensión.
Con esto, quiero llegar a la conclusión de que hay muchos aprendizajes que son superficiales, que son simplemente estándares impuestos, y que muchas veces no son relevantes ni deberían ser un impedimento para que un estudiante continúe con su educación, solo porque no cumpla con esos estándares.
Ilich, I. (2011). La sociedad desescolarizada (1a ed.). Ediciones Godot.
Labov, W.: The logic of nonstandard English. Georgetown Monographs on Language and Linguistics, 1969, 22: 1-31.
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